Pero entonces, ¿es falsa la desmaterialización?
Sí y no, digamos que hay que saber moderar las bondades de lo virtual y poner las cosas en perspectiva.
Según ADEME, un correo electrónico genera 10g de CO2 y un correo electrónico con un archivo adjunto genera entre
19 y 50g de CO2 (es decir, el equivalente a 500m recorridos en automóvil). Y aquí ni siquiera estamos hablando de la contaminación ligada al
almacenamiento en servidores al otro lado del planeta o la ligada al spam.
Imprimir una hoja de papel genera alrededor de 2g de CO2. Si esta hoja se convierte en correo, su huella de carbono,
por supuesto, aumentará. Pero su producción y uso ofrecen más transparencia y trazabilidad en cuanto a su impacto ecológico.