Hemos visto cosas que jamás creeríais (Vangelis, por favor, vuelve de donde estés y ponle música de nuevo a esta frase). Colas de gente esperando ante el microondas cual acceso a la costa un fin de semana de julio. Esta escena es muy evitable. La nevera de la cocina-office es una aliada magnífica para que las lentejas -"anoche las probé y han quedado buenísimas"- no se agrien en la franja que va de la mañana hasta la hora de la comida. Pero claro, si van directas de la nevera al microondas, los 5 o 6 minutos de calentamiento -extensible al ánimo de los compañeros que aguardan su turno- no te los quita nadie.
Saca la comida del frigorífico una hora antes de consumirla. Verás cómo la factura energética y el tiempo de uso del microondas se reduce considerablemente. Si, ya de paso, usas una mochila isotérmica para llevar tus 'tuppers' al trabajo, estarás más cerca del máster en ecología cotidiana, ya que en muchas ocasiones no hará falta que la comida pase por la nevera.